El buen sueño huele
a espacio sideral,
a agujeros negros interdimencionales,
a asteroides sin destino.
A estrellas disueltas
en la densidad de la atmósfera,
al reflejo blanquecino de la luna.
Y a todo eso
en donde la noche es eterna,
y uno puede dormir
todo el tiempo que quiera,
o por lo menos,
para siempre.
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