Todo texto aquí visto es pura creación de grillito, alias Azul, alias Fairy, alias la chica astronauta, alias Azul, alias la loca esa

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Procuren no chocarse con la luna!

viernes, 10 de febrero de 2012

Utopías: cap 2 "Jess"


Primera anotación en el diario
Presente, La Capital.


“Hola, mi nombre es Matt. Me siento un reverendo estúpido. Acá, Kevin (mi compañero de cuarto) se está cagando de risa. Dice que escribir un diario es una boludez y es poco masculino. Eso me interesa poco, la verdad. Aunque no niego que la idea de compartir mis problemas con un objeto se me hace medio ridícula. Pero esto tampoco lo hago para desahogarme, si no para recordar la serie de sucesos que me llevaron hasta acá. Que me convirtieron en quien soy ahora. Fueron tantas las cosas que pasaron, y algunas tan increíbles que se me mezclan los hechos, me confundo las cosas, me olvido de porqué estoy acá ahora, en una especie de hotel de morondanga, en medio de la Capital y no en la villa terrena, compartiendo cuarto con quien hace un par de años era un completo desconocido.
A pesar de toda la información que ahora mismo se me amontona en el cerebro, haré lo posible por ser objetivo.
Todo comenzó hace un par de años, en los que solo tenía 17. Había tomado la decisión de ir yo mismo en busca de los remedios de mi madre, pero en realidad no tenía la más mínima idea de cómo lo iba a hacer. Los primeros meses no fueron fáciles. Sally y yo tuvimos que pasar muchísimas noches al aire libre, días enteros sin comer ni un pedazo de pan, hasta que nos fuimos adaptando a las normas de la ciudad.
Nos convertimos en unos cazarrecompensas, totalmente desesperados por conseguir una mínima cantidad de dinero, y por un tiempo olvidé completamente mi verdadero objetivo de ahorrar para los remedios, centrándome solo en conseguir lo suficiente para comer algo.
Llegó una etapa en la que más o menos nos estabilizamos. Conseguíamos un par de trabajos recurrentes, pero en general eran trabajos bastante desagradables. Sally era visiblemente Terrena, y los Terrenos tienen problemas para conseguir empleos en la ciudad de Mágistral.
Sin embargo, nos hacíamos valer. Teníamos un par de talentos, por así decirlo. Sally siempre tuvo su fuerza descomunal, muy útil en ciertas circunstancias. Y yo nunca olvidaba lo que leía en libros, y fácilmente podía pasar por una persona educada. Pero de todas formas, nuestros ingresos de dinero seguían siendo irregulares y escasos.
En ese tiempo, también aprendí varias cosas sobre Mágistral, cosas que eran necesarias vivir en carne propia para saber.
Los rumores de que Mágistral era una civilización perfecta, eran casi certeros (Sobre todo para gente que no es como yo, ya que odio todo lo que sea de Mágistral casi por instinto). Sus ciudadanos son unos fanáticos del orden y de cumplir la ley, no hay sobresaltos, casi no hay robos, es muy raro oír hablar de asesinatos, o incluso, de tristezas. Desde que acabaron las guerras (algo que ocurrió hace, más o menos, 20 años) Mágistral no ha hecho más que prosperar, en todos los aspectos.
Siguiendo esta línea de hechos, es fácil deducir el porqué del rencor hacia los terrenos. Los terrenos son los únicos que tienen la necesidad de romper la ley, lo únicos que alteran el orden.
Sin embargo, me sorprendió saber que también habían Terrenos conviviendo con ciudadanos de Mágistral en la capital. Claro, no era una convivencia agradable, pero yo creía que todos los Terrenos se hallaban en refugios, ocultos de aquella sociedad que había acabado con sus tierras de origen. Aún así, los Terrenos se hicieron un hueco en aquella ciudad, llevando una vida casi digna.
Supe de la existencia de estos Terrenos gracias a los Bares Clandestinos. Era un punto de reunión dónde todos los exiliados de Terra podían darse un respiro sin recibir insultos. Solíamos ir a esos bares con Sally. Al principio recelaron por mi aspecto, y no me dejaron pasar, pero con el tiempo me gané su confianza.
Era también en esos bares donde conseguíamos la mayoría de nuestros empleos, pues ellos tenían bien claro como sobrevivir en aquella ciudad donde todos los despreciaban.
En uno de esos bares fue dónde mi vida tomó un rumbo que jamás hubiera imaginado.
Era de noche, estaba en la barra tomando algo y hablando con el cantinero (Si la memoria no me falla, era un señor bastante mayor, muy delgado y algo cascarrabias). Un tipo estaba tocando algo con unos tambores, y Sally bailaba al son de ese ritmo con gracia. El resto de la gente observaba el espectáculo. Me encontraba tan relajado, que jamás hubiera imaginado lo que pasó después.
Entró una persona al bar. En primer lugar, ya es extraño que entre gente desconocida. Cómo este tipo de bar no suele estar bien visto por el gobierno, la entrada está bastante escondida, y solo llega gente que sabe qué es lo que se va a encontrar.
Pero la chica que entró llamaría la atención aunque estuviera en el lugar más legal del mundo. Para empezar, estaba completamente tapada, llevaba un abrigo enorme, unos pantalones largos, y una capucha le ocultaba toda la cabellera. Hasta cubría sus ojos con unos lentes oscuros.
Se le adivinaba que era mujer por los únicos rasgos que se le veían en el rostro, que eran marcadamente femeninos; e incluso parecía muy joven, casi parecía más joven que yo. Pero lo más sorprendente de todo es que era blanca, blanca como el papel. No sé si dije ya que los Terrenos son morenos, y normalmente a estos bares no entras si no eres de esa nacionalidad (o si no sos yo). Pero incluso para alguien que no era un Terreno, esa palidez era alarmante.
Se acercó, ignorando la música y el baile de Sally y se sentó en una silla próxima a la mía, con la mirada baja hacia a la barra. Cuando la vi de cerca, pude apreciar que su piel tenía una textura extraña, como de papel Tisú, que daba sensación de transparencia.
El tabernero no era un hombre de mucha paciencia, y no iba a dejar que esa extraña aparición se sentara en su bar como si nada sin reaccionar.
- ¡Eh, vos! ¿Quién sos?
La chica levantó la cabeza, pero no respondió.
- No podés estar acá si no me decís quien sos, así que si no vas a cooperar, te pido que te vayas.
La desconocida no dio señal alguna de haber entendido ni escuchado el mensaje, y el hombre ya comenzaba a enfadarse.
- Mirá, si no te vas por las buenas, voy a tener que echarte por las malas.
Y alargó el brazo con la clara intención de retener los de la chica. Pero la extraña esquivó la mano del tabernero con un movimiento limpio, como si supiera lo que el otro iba a hacer de antemano.
El tipo hizo un par de intentos más para agarrarla, pero ella seguía esquivándolo de forma metódica. Y repentinamente, la joven estiró el brazo con el puño cerrado, noqueando al tabernero con un golpe certero en la cabeza.
El que tocaba los tambores dejó de hacerlo, y Sally dejó de bailar.
La chica miró a su alrededor, y algo en sus movimientos me dio la impresión de que se encontraba asustada. Pero un segundo después, estaba saltando hacía el otro lado de la barra, buscando con seguridad en el cajón donde el tabernero guardaba el dinero, y al rato estaba huyendo con toda la plata del tipo que había noqueado (que en realidad, no era mucha).
Nadie se atrevió a enfrentarse a esa extraña chica que parecía un fantasma y que había podido noquear a un hombre de un solo golpe; pero, por instinto, la seguí.
Algo me dijo que necesitaba ayuda, y que yo podría dársela. Después de todo, supongo que es mejor que alguien que va noqueando gente por ahí, sea tu aliado y no tu enemigo.
Escapó hacia la calle, y yo salí corriendo tras ella. Pude sentir como todos los terrenos del bar nos seguían con la mirada antes de traspasar la puerta de salida, sin que terminaran de entender lo que estaba pasando.
Ahora que me acuerdo, esa noche llovía y las calles estaban mojadas.
La chica se dio cuenta de que la seguía, aunque nunca desvió la cabeza hacia atrás. La seguí un par de cuadras, hasta que en un momento de distracción desapareció de mi vista, o al menos eso parecía. Pero en ese momento escuché un gritito a mis espaldas.
Veo a mí alrededor, y me doy cuenta de que la desconocida se había escondido en un callejón que quedaba entre dos edificios, en algún momento que dejé de verla. Se había tropezado con un tacho de basura. Supuse que los lentes oscuros no le ayudaban para distinguir objetos en la oscuridad.
Me acerqué y le ofrecí una mano para que pudiera levantarse. Me ignoró completamente. Tenía la vista al piso y no estaba haciendo ningún esfuerzo por levantarse.
- ¿Te lastimaste?- Recuerdo que pregunté, aunque me parecía absurdo que alguien que hace pocos segundos hubiera mostrado tal determinación se lastimara tan fácilmente.
Después, todo pasó muy rápido. Vi que los lentes se le habían caído al suelo. Y no tuve ni tiempo de hacer ningún razonamiento, porque cuando volví a observarla, ella había echado una fugaz mirada blanca hacia mi dirección.
Si, así eran sus ojos. Blancos. Un círculo oscuro rodeaba lo que debería ser el iris, pero en su interior no había nada. No había pupilas, ni siquiera un rastro de color. Pero además de eso, tuve una sensación rarísima. Cómo si me asomara al vacío, a la muerte, a todo lo desconocido. Cómo si una enorme nada me tragara… si, ahora que lo pienso, su mirada era como la nada. Si… si tan solo me hubiera dado cuenta antes…
…Con el correr del tiempo, me acostumbré a sus ojos, pero en el primer momento se me heló la sangre.
- ¿Qué…? ¿Quién eres?- Musité sin darme cuenta. La joven me miró con expresión angustiada, pero yo sólo podía prestarle atención a sus ojos.
Se incorporó, se estiró el abrigo y por último llevó atrás su capucha, dejando al descubierto una larga cabella, incolora, al igual que todo su cuerpo. Entonces me di cuenta que sus cejas también eran blancas, y que en las mejillas tenía un rubor extraño, de color amarronado, que parecía brotar detrás de su piel transparente. Pera nada de eso me perturbaba tanto como su mirada.
- Mi nombre… es Jess.- Dijo, con cierta inseguridad. – Creo… creo que tengo que contarte muchas cosas.
Sin embargo se quedó callada, y yo estaba tan extrañado que solo pude murmurar.
-…Creo que es una buena idea.
Entonces Jess volvió a ponerse los lentes, la capucha y comenzó a hablar…
Ésta parte es algo difícil. No es que haya olvidado lo que Jess me dijo la primera vez que hablé con ella, porque en general todo lo que me contó aquella vez tuve que vivirlo en carne propia.
Es difícil escribirlo porque para mí ya es difícil escribir un diario, y escribir esa serie de imposibilidades y comentarios sin sentido requiere también que recuerde un par de cosas que en los últimos años no he hecho más que olvidar; simplemente, cómo una defensa del cerebro para no perder la cordura.
Y aunque pudiera recordarlo todo con exactitud, siempre tendré la sensación de haber olvidado algo esencial.
Jess comenzó a parlotear y contó muchas cosas, demasiadas, y también muy raras y al principio no entendí porqué lo hacía ni de dónde sacaba la confianza para contarme todas sus locuras. Hasta que dijo:
- Yo lo sé todo, Matt. Bueno, casi todo. Sé cual es tu nombre, sé quién es Sally, sé porqué estás en la capital. Y si prometés no decirle nada a nadie, te ayudaré, en todo lo que necesites.

Recuerdo que esas fueron sus palabras textuales, que de golpe lograron hacer, de alguna manera, que todos los disparates que había dicho antes cobraran un sentido. Me sorprendió mucho que supiera mi nombre, y aún más que conociera el nombre de Sally, sobre todo porque yo soy la única persona que la llamaba así; así que decidí tomármela un poco más en serio.
Me dijo que cuando decía que lo sabía todo, no se refería a mi historia ni a mi pasado, si no al mundo en general. Es decir que, si ella quería, podía decirme qué estaba ocurriendo en Foggia en ese mismo momento. Podía saber que era lo que estaba haciendo La Presidenta en La Mansión Azul. Si quería, podía decirme hasta cuáles eran mis propios pensamientos.
- ¿Si lo sabés todo, cómo fue que tropezaste con el tacho de basura? – Recuerdo que pregunté.
- ¡Yo no lo sé todo!- Protestó. Jess solía estallar así cuándo alguien creía que su omnipotencia era absoluta.
Jess podía conocer los pensamientos de todos los seres humanos, y también era capaz de saber que era lo que había ocurrido o lo que estaba ocurriendo en cualquier parte del mundo. Pero no podía saber nada acerca del reino de los animales, jamás había podido escuchar sus pensamientos ni comprenderlos, los animales eran un mundo completamente ajeno a lo que ella conocía. Y tampoco podía ver el futuro, aunque con toda la información que ella poseía del presente y del pasado, podía acertarle, pero jamás con seguridad.
Y aunque estas debilidades parecían muy escasas en comparación con todo su poder, Jess tenía otros agujeros, otros huecos vacíos de información que no podía completar. No podía saber que era lo que la gente pensaba de ella, tampoco podía saber de su pasado, de su historia, nada. No sabía porqué era diferente, porqué tenía ese poder.
-Pero de algo te tenés que acordar – Recuerdo que dije.
Ella dijo que todo lo que recordaba era que un día despertó y se encontraba encerrada en un cuarto negro. Al principio no sabía dónde estaba, pero su cerebro recibía información del mundo exterior, y supo que afuera de aquel lugar oscuro se encontraba todo un universo. Y tanteó en la oscuridad hasta que halló la forma de escapar.
Al poco tiempo se dio cuenta de que era una completa extraña. Su anatomía totalmente blanca no era normal, y se las arreglo para conseguir aquél gran abrigo y un par de anteojos.
No recordaba nada de su pasado (o al menos eso decía ella) pero se sentía en peligro. Alguien la había encerrado en aquella habitación sin ventanas ni fuentes de luz, y probablemente la estarían buscando. Y desesperada, comenzó a esconderse y cometer robos, ayudándose con sus poderes. Y siguió así hasta que llegó al bar de los Terrenos.
- Sigo sin entender porque te tropezaste ¿Qué fue lo que te impidió ver el tacho?
Jess se quedó callada unos segundos y después dijo:
- Cuando tenés toda la información del mundo en tu cerebro, es difícil prestar atención a ciertas cosas.
Y luego, volvió a repetir lo de que si no le decía nada a nadie, me iba a ofrecer su ayuda. Me dijo que ella no sería una molestia, que casi ni comía, y era capaz de hacer que su presencia sea prácticamente invisible.
- ¿Por qué querés ayudarme?- recuerdo que le pregunté.
- Porque ya sabés quien soy, y en cualquier momento, podés usar eso en mi contra. – Murmuró Jess.- Viste mis ojos blancos, que es lo que me hace menos humana. Con eso, ya tenés el arma para destruirme, para venderme a aquella persona que me encerró todo este tiempo. Y probablemente no te negarías si esa persona te ofrese una gran cantidad de dinero a cambio de lo que sabes sobre mi. Lo menos que puedo hacer es ofrecerte mi ayuda para que decidas que te es más conveniente que esté libre.
Bueno, eso no fue exactamente lo que dijo, pero en general ese fue su argumento.
Ahora mismo no recuerdo cuánto tardé en terminar de creerle y de confiar en ella, pero evidentemente obvio que no era una persona cualquiera, y el hecho de que tuviera poderes no resultaba más extraño que su apariencia
Y… ¿Qué más decir? Más o menos así fue como Jess se unió a Sally y a mi, y también (aunque no lo quisiera) nos metió en un montón de quilombos.

La verdad, ahora que lo releo, está bastante resumido, es un texto muy breve para presentar a alguien tan complejo como Jess. Pero no sé, no sé. Para ser sincero, me duele un poco hablar de Jess, después de tanto tiempo evitando mencionarla.
Jess se incorporó al grupo bien, aunque muchas veces pensamos en mandarla a la mierda. Era muy extraña, y eso a veces nos ponía nerviosos.
Sally al principio receló un poco, no obstante con el tiempo la fue aceptando, o eso creía.
Al final, yo terminé queriéndola como una buena amiga.
Con la ayuda de Jess, logramos ir más lejos, y en ese entonces conseguir el dinero para los remedios no parecía algo tan imposible.
Pero más allá de su omnipotencia y de sus aspectos inhumanos, por momentos, Jess parecía una persona completamente normal. A veces, hasta olvidaba que podía saberlo todo.
Después de todo lo que pasó, pienso lo mismo que me dijo Kevin una vez. Que Jess era una persona increíblemente inocente, que no podía soportar el dolor de conocer todos los horrores del mundo. Sabía cuales eran los actos más horribles y prohibidos que habían sucedido sobre la faz de la tierra, pero al no haberlos vivido, se convertía en una persona increíblemente temerosa. Nunca había vivido nada, así que era demasiado sensible.
Y sin embargo, se las arreglaba para ocultar todo esto en una fachada indiferente. Después de todo, nada la sorprendía, pero aún así, debía ser insoportable. Ser tan inocente, y al mismo tiempo, saberlo todo. Por eso mismo debía estar un poco loca.
La verdad, no me gustaría estar en sus zapatos.”