Todo texto aquí visto es pura creación de grillito, alias Azul, alias Fairy, alias la chica astronauta, alias Azul, alias la loca esa

toda imagen aquí vista es pura creación de alguna persona, ecepto grillito, a menos que ella diga lo contrario. Si quieren ver dibujos de ella, vayan a http://lachicamariposa.deviantart.com/

Procuren no chocarse con la luna!

martes, 13 de octubre de 2009

alas para los humanos


Todo era oscuridad.
Por alguna razón, muchas historias comienzan en oscuridad. Como nosotros, cuando estábamos en la panza de nuestras madres, y aún no habíamos desarrollado el sentido de la vista. O como el universo, cuando no había nada.
Pero la verdad, es que nadie sabe como fueron las cosas en esos momentos. A lo mejor no estaba todo oscuro. O no existía luz que nos permita diferenciar la oscuridad.
Pero esta historia comienza en oscuridad, y eso es cierto. En lo más negro de las penumbras, cuyo espectáculo terrorífico solo podía presenciarlo una pequeña niña asustada. Lloraba, porque no entendía nada. Toda esa realidad confusa se le había desmoronado en la oscuridad, y simplemente hacía lo que hacía cuando no sabía que hacer.
El tiempo en la oscuridad es difícil de medir, sobretodo cuando solamente estás sentado, llorando. A lo mejor solo pasaron unos segundos, o días, cuando la oscuridad se vio interrumpida por la luz, que provenía de una puerta que se abría. Fue la primera vez en ese tramo desconocido de tiempo que la niña pudo ver algo que no sea si misma. Sus ojos se desviaron primero en el color de pared, un rojo amarronado. Y luego, el primer rostro después de la oscuridad.
Un chico alto, de piel morena, una expresión amable, aunque crispada por alguna razón. Tenía el pelo negro como la tinta, y a ese nivel que no estaba ni largo ni corto. Vestía una bata blanca.
Ya lo conocía. Se llamaba Kevin, e iba a su escuela.
El chico miró a la niña, que poseía esos ojos redondos y celestes como burbujas, ese pelo dorado que brillaba en la oscuridad, esa expresión de nena inocente y asustada, que no cabía en su propio cuerpo, y se sintió trabado por el remordimiento. Pero su mente se encontraba en algo muy serio como para dejarse engañar por una chica tontarrona e infradotada.
- dale, salí- le dijo en voz baja.
La chica gimió de forma audible, y mientras se acercaba a la salida, estos parecían aumentar su volumen.
Kevin la condujo por un pasillo hacia una sala llena de diversos aparatos tecnológicos, y el que más llamaba la atención era uno que consistía de un enorme cilindro de cristal. En esa sala, habían algunos hombres trabajando.
Kevin se dirigió hacia uno de ellos.
- aquí está, padre.
El señor, que también vestía bata blanca, sonrió.
- Perfecto- dijo, luego miró a la niña, la tomó de la mano, como si quisiera desplazarla – ven aquí… ¿cómo es que llama…?
- Pía- respondió Kevin fríamente
- Ven aquí, Pía, no sabes cuan necesario era que estés aquí… - dijo, y la hizo caminar hasta el aparato del cilindro. La chica estaba asustada, y cuando todos menos se lo esperaban, se largó a gritar incongruencias.
El señor la tranquilizó. La metió adentro del cilindro de cristal. La niña volvió a desesperarse. El señor le dijo que se calmara. Que todo iba a estar bien. Que cuando saliera, se iba a sentir mejor que nunca. Libre. Hermosa.
La chica no entendía sus palabras, pero le tranquilizaba la voz de aquel extraño científico. Así que se calmó.
El señor sonrió una vez más. Y con el mejor humor del mundo, se puso a apretar unos botones que formaban parte de la máquina.
Mientras hacía esto, le preguntó a Kevin.
- Sabés porqué te pedí que la trajeras hasta acá, ¿verdad?
- Si, por el alma. – respondió.
- ¡Exacto! – dijo con orgullo y con placer - ¿y porqué es diferente a la nuestra? ¿Por qué esta alma es necesaria para nuestro proyecto?
-por la discapacidad que tiene la chica. Su dificultad para comprender el mundo la vuelve más inocente. Esto hace que cuando le crezcan las alas no vaya disparada hacia el sol, como los demás seres humanos.
El señor lanzó una risotada.
- ¡Exacto! ¡qué muchacho, qué muchacho…!- y luego masculló algo que nadie entendió.
El chico se quedó pensando. Era cierto, el era muy aplicado para su edad, y eso que no llegaba ni a los 12. Y a pesar de todo lo que había vivido, él seguía siendo un niño…
- Preparate, Kevin, estás a punto de presenciar eso que Los Buscadores han buscado durante décadas. ¡El hombre alado! – dijo estas palabras con tal satisfacción que largó a reír una vez más, y bajó una palanca.
Fue ahí que diversos rayos cubrieron el interior del cilindro. La chica entró a una especie de locura. Gritó con todo lo que pudo, de miedo, de susto. Luego los rayos cambiaron de color, y se dirigieron hacia ella. Y entonces si que gritó, pero por motivos diferentes… Era dolor, todo se dieron cuenta de que era dolor. Era un dolor tangible y que Pía no comprendería. Luego se divisaron como unos pequeños cuernos que crecían en su espalda. Los gritos eran desgarradores.
- Humm… - dijo el señor- el progreso va demasiado acelerado… ¡Kevin! apretá el botón de apagado, ese que está al lado tuyo.
Kevin, quizá por el intelecto poco natural que poseía para estos temas, comprendió algo que le impedió obedecer la orden.
- pero padre… ¡No puedo hacer eso! ¡Si lo hago ella podría morir!
- ¡Kevin, te digo que apagues la máquina!
- pero padre…
- ¡basta de llamarme padre! – dijo, y con una furia ciega le rompió la nariz.
El niño cayó, y se llevó las manos a la cara, empapándolas de sangre. Miró al señor con miles de preguntas en los ojos.
- ¡no te me hagas el inocente! ¡creí que padecías de una locura o qué se yo, hay de todo en tu colegio! ¡ pero no! ¡me engañaste para que te diera de comer, y un lugar para dormir! ¿creíste que no me iba a dar cuenta? esta mañana fui a hablar con tu director al respecto. Me dijo que poseías una salud mental increíblemente sana, que incluso eras muy sagaz, a pesar de todas las disputas que tuviste con tus padres! ¡ además me mentiste sobre tu edad! ¡me dijiste que tenías catorce cuando apenas llegas a los nue…!
- diez, diez años – aclaró con una sonrisa maliciosa, con la mano aún tapándose el rostro.
- ¡mocoso condenado!
- Si, diez años, y caíste – dijo, orgulloso – Me escapé de casa. No soportaba a mis padres, no respetaban mi religión. Sabía que estabas con este tema del hombre alado, y que pertenecías a Los Buscadores, así que me pareció oportuna una visita, pero no sabía que este lugar estaba lleno de mierda…
- ¡Basta! ¿para que viniste acá? ¿realmente te interesa el tema de Los Buscadores? te estás esforzando en vano. Tu alma está podrida, jamás podrás hacer lo que esta niña, y mucho menos alcanzar la inmortalidad, o la razón.
La expreción de orgullo se borró de la cara del niño.
- ¡Eso no es cierto!
- ¡Claro que si! tu futuro no existe, tu vida está arruinada…
En ese mismo momento, un destello blanco estalló, y todos entraron en trance.
Alma. Ese nombre que los científicos le daban a esa chispa que te daba la vida. Esa chispa de prueba, imperfecta, que creaba tus defectos, pero también tus virtudes. Esa maldita chispa…
Kevin, que había visto más de 3 veces como esos hombres se lanzaban de una al sol, embobados por la avaricia de ver esa cosa que brillaba, no podía permitirse el verlo otra vez. Sería demasiado para su alma. Cuando un alma se intoxica, no hay mas chispa. No hay más vida. Y no podría cumplir su destino. El principal objetivo de los que seguían la religión de los buscadores era, por sobre todas las cosas, descubrir que había después de la muerte antes de morir. Se creía que, lo que había después de la muerte, era tan traumante que destrozaba tu alma por completo y morías después de descubrirlo. Era por eso que los que seguían esa religión cuidaban tanto sus almas. También se creía que mientras más pura sea tu alma, más cerca estabas de la inmortalidad.
Pero lo que Kevin no sabía era que el daño que se había hecho ahora era peor. Lo descubrió cuando despertó. No supo por qué despertó, porque una parte de él creía lo que su supuesto padre le había dicho. Que su alma estaba demasiado manchada como para sobrevivir. Pero vivió aún cuando todos los demás estaban muertos. Sucedió que la máquina se sobrecargó, haciendo morir, no solo a los científicos, si no también a la niña que estaba dentro. Y el sobrevivió, a lo mejor por esa facilidad que tenía para vivir.
Al final, lo único que había impedido que Pía volara no era su alma perfecta, si no la imperfección de los demás. Si Kevin y el científico no se hubieran puesto a discutir, habrían prestado atención al tema, y todo habría salido bien. Pero el hombre no fue hecho para volar, son cosas que nunca pasarán, ni deberían intentarse.
A pesar de estar todo lastimado, pudo levantarse y sonrió. Era totalmente diferente a la chica que había muerto. Con esa inocencia, con ese rechazo al mundo real… Él, con el cerebro tan humano, y ella, con el cerebro tan… pájaro. Si, exactamente, era un pájaro. ¿Cuánto debió mancharse su alma para a haberse muerto de esa forma tan repentina? Estúpida chica pájaro…

domingo, 11 de octubre de 2009

juego

ToDos SomOS NIñoS... pero nadie es inocente