
Fue en aquél momento que él entrelazó su brazos con los de ella, y unieron totalmente sus cuerpos en una sola persona.
Se unían de una manera tan mágica que ambos parecían perfectos, esos seres que no encuentras en ningún lado, a lo mejor en una película o en una propaganda, pero ni siquiera eso. Por que ellos eran reales. Y era esa realidad lo que los hacía tan dolorosamente perfectos.
No me di cuenta quién era él, solo tuve una leve sospecha al ver su cuerpo y su cabello largo, y a ella no la pude reconocer. El se veía como una persona, la única vez que se veía así. Quizá porque nunca fue más que una imagen, un ser que siempre estaba ahí, pero no hacía falta.
Ella se veía como un pequeño duende, que se alzaba de puntas para alcanzarlo. Era la primera vez que la veía, pero tuve la impresión de que era una persona grácil. Un pequeño duende…
No supe por que, pero una lluvia de pensamientos me invadió al reconocerlo a él.
Me sorprendí, por naturaleza, solía ser una persona envidiosa y egocéntrica, pero de todas formas no me lo esperaba.
Pensé que, por el simple hecho de que él estaba siempre ahí, me hacía falta. Que a pesar de que nunca le hablé, él creció conmigo, y era el único pedazo que quedaba de mi infancia. La única imagen… que ahora era persona. Y lo había perdido.
Estos pensamientos pasaron tan rápidamente por mi cabeza que apenas me enteré de su existencia.
No me di cuenta quién era él, solo tuve una leve sospecha al ver su cuerpo y su cabello largo, y a ella no la pude reconocer. El se veía como una persona, la única vez que se veía así. Quizá porque nunca fue más que una imagen, un ser que siempre estaba ahí, pero no hacía falta.
Ella se veía como un pequeño duende, que se alzaba de puntas para alcanzarlo. Era la primera vez que la veía, pero tuve la impresión de que era una persona grácil. Un pequeño duende…
No supe por que, pero una lluvia de pensamientos me invadió al reconocerlo a él.
Me sorprendí, por naturaleza, solía ser una persona envidiosa y egocéntrica, pero de todas formas no me lo esperaba.
Pensé que, por el simple hecho de que él estaba siempre ahí, me hacía falta. Que a pesar de que nunca le hablé, él creció conmigo, y era el único pedazo que quedaba de mi infancia. La única imagen… que ahora era persona. Y lo había perdido.
Estos pensamientos pasaron tan rápidamente por mi cabeza que apenas me enteré de su existencia.
Y los olvidé… simplemente los olvidé…
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